Nos levantamos y, después de desayunar en la cocina del
albergue unos bizcochillos que habíamos comprado, fuimos a ver la cascada "Skógarfoss", esta vez de día. Es muy bonita, como una cortina de
agua. Además puedes subir un montón de escaleras para llegar arriba, y ver el río
que produce la cascada.
Después del paseo matutino, nos dirigimos directamente al en cruce de la
carretera 1 con la pista F985, donde habíamos quedado con los organizadores de la
actividad de las motos de nieve. El trayecto en coche era bastante largo (unos 300 km) y para colmo tuvimos
bastante lluvia (aunque hay que decir que ¡¡¡fue la única vez en todo el viaje
que nos llovió!!!). Íbamos tan apurados que hicimos tan sólo una parada en una
zona que nos sorprendió mucho: eran kilómetros y kilómetros de paisaje de rocas
volcánicas completamente cubiertas de líquenes, en los que se te hundía el pie 10 cm.
Motos de nieve
La excursión la habíamos reservado desde España, en la página web: http://www.glacierjeeps.is/?s=tours.
Como decía antes, habíamos quedado a las 14:00 en un aparcamiento situado
justo en el cruce con la F985 y allí estaba esperándonos un gran vikingo de 2 metros de altura y 100kg
de peso, con su megatodoterreno con capacidad para 14 personas, para subirnos
hasta el glaciar. Comimos a todo correr unos sándwiches de jamón y nos montamos
en el todoterreno. Subimos con bastante niebla, por lo que no pudimos
disfrutar mucho de la vistas; pero a la bajada comprobamos que eran
expectaculares: lagos, ríos, el mar de fondo, y una inmensa mole de hielo glaciar
que nos conducía hasta el corazón del mismo.
El todoterreno nos dejó en un refugio (con su bar-restaurante), en donde nos
prestaron todo el material necesario: mono de cuerpo entero, botas katiuskas,
guantes y casco. Os recomendaría llevar gafas de sol, que es lo único que
no te dejan. Se paga allí mismo y, como no, se puede hacer con tarjeta.
Después de una breve explicación de como funcionan -es bastante sencillo,
aunque algún conductor inexperto y torpón se salió del camino marcado-, dimos
un paseíto de 1 hora. Vas de 2 en 2 (nosotros éramos impares, así que Anita fue
sola) y en fila, pero se puede coger bastante velocidad (40km/h). La verdad es
que es muy divertido, y todos nos quedamos con ganas de más. Sirve para darte
cuenta de lo inmenso que es el glaciar y para conocerlo un poco más, ya que el
monitor (que tuvo mucho éxito entre el público femenino/gay) nos contó algunas
cosas sobre el mismo, a parte de hacer promoción de la cerveza local, hecha con
agua del glaciar.
Para las 17:00 ya estábamos de vuelta en nuestra furgoneta, así que nos fuimos
en busca de nuestro siguiente alojamiento, Lambhus, una granja que cuenta con una
zona de acampada y varias cabañas de madera. Está situada en una gran pradera,
con un laguito lleno de patos, en la que te puedes encontrar gallinas y vacas. Al
fondo, se pueden contemplar 3 impresionantes lenguas del glaciar, lo que
lo hizo, probablemente, el sitio más extraordinario en el que dormimos.
Teníamos reservada una cabaña de madera para 6 pero el hombre muy amablemente
nos puso un colchón extra.
Como aún era pronto, nos fuimos a visitar Höfn. En un principio nuestra idea
era buscar alojamiento aquí, pero ya no quedaba nada cuando miramos. La verdad
es que es uno de los pueblos más monos que vimos (lo cual tampoco dice mucho de
él: Islandia no destaca por la belleza de sus pueblos). Al menos tiene forma de
pueblo y está rodeado de agua por todas partes. Eso sí, hacía un viento helador.
Aún así, nos sentamos en una mesita de merendero al lado del mar a tomar unas
Vikings. Muy a gusto.
Volvimos a nuestra cabañita de madera e hicimos la cena (sopa y ensalada de
garbanzos), en la pequeña pero completa cocina que tenía. Después de la cena
echamos una partida al Dixit, un juego que recomiendo a todo el mundo y nos
fuimos a dormir.
Alojamiento: Lambhús
Precio: unos 17€/persona
Valoración: Cabaña de madera (hay para 4 o 6 personas), pequeñita pero
muy acogedora, con cocina y baño privado. El emplazamiento es extraordinario
con vistas directas a las lenguas del glaciar. Muy, pero que muy recomendable
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